14/08/201705:00:13

Divisiones intrapartidistas

José Crespo -

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14/08/201705:00:13

Todos los partidos, salvo Morena, enfrentan el fantasma de la división interna, a propósito de su candidatura presidencial. En el caso de Morena no hay ese riesgo, pues desde que nació estaba definida dicha candidatura. De hecho, esa fue la razón de su nacimiento, pues AMLO no la tenía segura dentro del PRD. El Pacto por México, que después fue el pretexto para la ruptura, aún no aparecía cuando se anunció la separación en septiembre de 2012. Desde luego que dentro de Morena no hay otro candidato que jale los votos necesarios para competir, pero, además, por el tipo de liderazgo que ejerce AMLO, se necesitaría estar loco para disputarle la candidatura, como claramente lo dijo Yeidkol Polevnsky. De modo que ahí las únicas rupturas son a título personal como cuando se expulsa a algún militante como a Eva Cadena por recaudar fondos ilícitos sin avisar a su dirigencia, o cuando hay alguna discordia con el Líder. Pienso en el caso de Víctor Quintana, activista de siempre con grupos campesinos en Chihuahua y dirigente estatal de Morena. En la elección del año pasado consideró que para derrotar al PRI (pilar de la mafia), era menester que el candidato de su partido declinara para favorecer a Javier Corral, único con capacidad de competir realmente. Su dirigencia no aceptó (lo que favorecía al PRI en esa entidad), pero Quintana insistió en apoyar a Corral, por lo cual quedó fuera de Morena (los Galileos, en cambio, prevalecieron en el PRD pese a haber apoyado a Corral). Pero en Morena no habrá fisuras en torno a la candidatura presidencial.
En cambio, en el PAN suenan desde hace tiempo tambores de guerra entre Ricardo Anaya, Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, por aquello de que no hay piso parejo. Anaya tiene el control necesario para inclinar la balanza a su favor, pero en tal caso la incógnita sería si los demás contendientes le levantan la mano a Anaya. En caso negativo, las posibilidades reales que hoy tiene el PAN de ganar se reducirán dramáticamente. Y desde luego, lo del Frente Amplio podría generar también divisiones dentro del PAN, pues muchos ahí no lo aprueban. Y peor sería en la remota posibilidad de que Anaya (o Zavala) aceptaran declinar a favor de un candidato apartidista del Frente, que es lo que en principio se estaría buscando. Aún si el candidato panista aceptara hacerse a un lado, muchos líderes y dirigentes del partido lo rechazarían firmemente (como lo han anunciado de antemano). Así, nada garantiza que el PAN llegue lo suficientemente unido a la contienda presidencial.
El PRD ya está dividido entre quienes impulsan el Frente Amplio y quienes optan por apoyar la candidatura de AMLO. Esa confrontación continuará y terminará en la salida de varios cuadros del partido para sumarse a Morena. Y si el PRD decide respaldar dentro del Frente a un candidato panista, la fuga será aún mayor. En el probable caso de que fracase el Frente, al PRD le quedaría la opción de ir con un candidato suficientemente convincente como para atraer el voto del segmento de quienes no desean votar por López Obrador, pero tampoco por el PRIAN (y que no parece pequeño). Pero de la división, el PRD ya no se salvó. Finalmente el PRI, pese a su cuestionado y poco legítimo triunfo en el Estado de México, sufre también el malestar e inconformidad de algunas corrientes, personajes y militantes. No está claro qué tan extendido esté dicho malestar, pues no todos quienes están en esa posición dan la cara ni levantan la voz. El principal eje de la división radica en el método para designar al candidato. De no modificarse el dedazo y que el candidato no genere consenso interno, podría haber algunas salidas del partido (ya las hay, aunque de poca relevancia), o en su caso, una huelga de brazos caídos, como la que hubo en 2006 (cuando Roberto Madrazo cayó al tercer lugar). Queda pendiente la incógnita sobre si dicha división se concretará, y de qué magnitud sería. Pero un escenario no descartable es pues que los principales partidos, PAN, PRD y PRI, lleguen divididos internamente, en tanto que en Morena tiene la ventaja de la unidad en torno a su indiscutible abanderado.