20/05/201705:00:10

¿Cuándo preocupará a los políticos el empleo?

Jorge A. Chávez Presa -

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20/05/201705:00:10

Hoy hay más políticos que buscan ocupar la Presidencia de la República que propuestas para solucionar los graves problemas nacionales. El sentido común aconsejaría que para siquiera aspirar a ser candidato a la Presidencia, por un partido político o competir por la vía independiente, se necesita de proposiciones concretas. Sin embargo, hay exceso de aspirantes y una severa escasez de planteamientos con los cómos para mejorar los niveles de vida. La moda y el terreno de competencia es ver qué político ofrece más regalos de alivio estériles que proyectos generadores de prosperidad.
Es triste, pero no hay ideas claras en relación con dos aspectos: uno, incrementar sustancialmente el empleo, y dos, facilitar y favorecer la creación de puestos de trabajo en la formalidad.
Después de la gran recesión de 2009, indiscutiblemente la población ocupada ha aumentado ininterrumpidamente, con excepción de 2014. La tasa de desempleo también se ha reducido: del máximo alcanzado en julio de 2009 de 6.1% ha bajado a 3.4% al primer trimestre de 2017. México destaca dentro de los cuatro países con menor tasa de desempleo entre los que “The Economist” muestra en sus indicadores. No obstante, al profundizar en lo que sucede en materia de ocupación y empleo las preocupaciones deberían ser enormes.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi es muy reveladora. En la edición para el primer trimestre estima una población total de 123 millones, mayor en casi 5.5 millones a la última medición de 2012. En ese período la población económicamente activa (PEA) pasó de 51.3 millones a 53.7 millones de personas. La ocupada pasó de 48.8 millones a 51.8 millones de personas, y la desocupada de 2.5 millones a 1.8 millones. Sin lugar a dudas es un muy buen resultado, pero con un detalle a considerar: aunque la informalidad ha reducido su tasa de crecimiento y su participación dentro de la PEA, sigue sin ceder en los números absolutos. La población ocupada en el sector informal pasó de 29.1 millones a 29.6 millones.
En cuanto a la población ocupada en el sector formal, del último trimestre de 2012 al primer trimestre de 2017, el aumento en números absolutos supera a lo que se observó de 2006 a 2012: 2.5 millones vs. 1.14 millones. Sin embargo: uno, la creación de empleos en la formalidad sigue siendo insuficiente, y dos, los empleos generados en la formalidad están siendo de baja remuneración pese a emplear a personas con mayor nivel de instrucción. Preocupa de sobremanera que el número de personas ocupadas en la formalidad con remuneración superior a los 5 salarios mínimos vaya disminuyendo sistemáticamente desde 2006, cuando alcanzó su máximo de 4.1 millones vs. 2.2 millones en este primer trimestre de 2017.
Tenemos que obligar a los políticos, afiliados o independientes, a abordar los problemas que impiden que la población mejore sus niveles de vida. Ello hace indispensable que debatan con seriedad qué van a hacer en específico con el arsenal de instrumentos de los que dispone el Ejecutivo federal para aliviar la situación precaria de quienes menos tienen, y de cómo aumentará la población en clase media, donde la formalidad es la clave.
Lo que nos quedan a deber los “quieren ser” es cómo utilizarán el arsenal que consta de la gestión de la hacienda pública, las políticas educativa y de salud, la seguridad para incrementar el empleo formal y las remuneraciones al trabajo. Con sinceridad, no tener propuesta a este respecto es ser un político hueco.
Tanta superficialidad ha contribuido a desprestigiar la política y a quienes ejercen el oficio. El vacío de propuestas serias abre espacio a la corrupción, más cuando no se establecen prioridades, y más todavía cuando se carece de la voluntad para entrarle a los temas con seriedad. La política seria obliga a identificar específicamente qué pieza del modelo habrá que ajustar y afinar, o de plano cuál hay que cambiar y explicar de qué consta el componente con el que se sustituirá. Lo que sí es un hecho, visto desde el empleo, México sigue siendo muy injusto. Y es más injusto y más pobre donde no hay la capacidad para generar empleo formal.